Hablar de Economía Popular es hablar de un sector que viene creciendo no sólo en cuanto a la cantidad de trabajadores y trabajadoras que abraza en su sistema productivo, sino también en su representación tanto simbólica como institucional. Ahora bien, ¿De qué hablamos cuando hablamos de Economía Popular? ¿Quiénes son los y las que llevan adelante distintas tareas y trabajos a lo largo y a lo ancho del país? ¿Es una economía alternativa? ¿Es la expresión territorializada de sus relaciones sociales? ¿Es la vía para llegar a la desmercantilización del trabajo?. La Economía Popular es un concepto que está en desarrollo, que se expresa en diversas prácticas, que representa a un sector particular de la estratificación social y que aún está en camino de ser algo de todo lo que distintas bibliotecas afirman que es. En estas líneas, y próximamente en el siguiente podcast, se comentarán algunos conceptos con la propuesta de acercar más elementos para transitar ese viaje.
Lxs Trabajadorxs de la Economía popular
En primer lugar hay que definir quiénes forman parte de este sector. Desde la CTEP, por ejemplo, consideran que está conformada por trabajadores que no están bajo relación salarial formal, más allá de la forma organizativa que tengan [1]. Predomina la pertenencia social por sobre la conformación de asociaciones productivas o alternativas, en contraposición con la economía social que se expresa en una gran cantidad de organizaciones orientadas a la producción de agricultura familiar, cooperativa o ferias.
Otros autores y autoras, vinculan a los trabajadores y trabajadoras de la economía popular a la noción de clase, más allá de la manera en la que se exprese su relación de explotación entre el capital y el trabajo, incluyendo a quienes trabajan generando su propio salario, de manera individual o colectiva, sea en cooperativas u otra organización auto autogestionarias, rurales o urbanas. Estos trabajadores y trabajadoras generan una economía sostenida desde estos sectores que no sólo describe una organización de trabajo sino que también tiene un carácter propositivo que se canaliza en las búsquedas productivas a las que llegan trabajadores y trabajadoras cuando son expulsados y expulsadas del mercado formal de trabajo.
Desde los márgenes, se construyen distintos mecanismos que buscan construir un fondo de reproducción en los hogares desde la productividad con lo que tengan a mano. Es indispensable para su funcionamiento, además, de un entramado que pueda cohesionar a este sector desde su posición subalterna compartida, como describe Bourdieu.
Esta organización muestra también cómo el trabajo sigue ocupando un lugar central en las estrategias de reproducción en los hogares. Estas tareas incluyen una numerosa cantidad de actividades económicas destinadas a la obtención de ingresos, de manera individual o colectiva, con el objetivo de tener una mejor calidad de vida. Algo que caracteriza en líneas generales a estas prácticas laborales es que los trabajadores y trabajadoras cuentan con los medios de producción y se sirven de su trabajo propio para garantizarse la subsistencia, como así también para obtener un excedente que se pueda intercambiar en el mercado por otros “valores de uso”.
Por un lado se encuentra una economía monetizada en donde las familias obtienen ingresos por la producción o venta de bienes y servicios, por otro, pero en el mismo camino, se encuentra una sociedad capitalista que le da forma a esos ingresos como el salario que resulta de la interacción que provoca la venta del valor de cambio de su producción. En el medio, hay un sector que intenta moverse fuera del mercado, que utiliza parte de su producción para su consumo, algo que va contra la utilidad de la producción con la que cuenta la economía de mercado que mide como riqueza sólo lo que puede monetizar. Desde la economía social hay un aspecto más a considerar y es el que se enfoca en resolver las necesidades, un parámetro que tiene tanta o más importancia que el del valor de la riqueza.
La territorialización de la Economía Popular
El término popular que acompaña a economía no sólo está relacionado a cierto origen de clase de estos trabajadores y trabajadoras sino también, de acuerdo a cierta biblioteca, a la centralidad que ocupa la territorialización en las estrategias de reproducción que despliegan estos sectores. Estas estrategias cuentan con prácticas que están territorializadas, se desarrollan en gran medida gracias a las redes personales y comunitarias que se desenvuelven en el mismo barrio o en la cercanía, sean estas los lugares de trabajo o recursos de los cuales se sirven para llevar adelante su producción.
Esta territorialización, aún así, no es una característica propia de los sectores populares ya que es un ejemplo más de cómo el espacio social, donde se desarrolla la vida, se suele reproducir en un espacio físico con relaciones que involucran escenarios, prácticas, sujetos y otros componentes ligados a la clase social de quien se desenvuelve en ese espacio [2]. Lo característico de la territorialización vinculada a lo popular es su economía que justamente diferencia a este sector. Por lo tanto, esta no puede estudiarse, ni se puede pensar para diagramar políticas públicas, por fuera de su inscripción territorial, por medio de la cual se despliegan las estrategias de reproducción de los hogares. Esto hay que tener en cuenta también para pensar cualquier iniciativa que involucre a este sector, mirando y ampliando sus redes, sus espacios de acción y su repercusión comunitaria.
La Economía Popular como alternativa económica y el rol del Estado
Para finalizar este recorrido de algunos aspectos a tener en cuenta a la hora de analizar a este sector, hay que detenerse también en su articulación con el Estado y su perspectiva para poder organizar de otra forma no sólo la economía sino también la sociedad. Estos trabajadores y trabajadoras, desde sus distintas organizaciones o proyectos individuales, entretejen redes de producción y organizan sistemas que potencian su elaboración, distribución, alcance y crecimiento, llevando adelante, en algunas ocasiones, un ejemplo de un camino que puede llevar a la desmercantilización del trabajo. El Estado puede contribuir a la construcción de esta vía, combinando su poder con las organizaciones comunitarias, elaborando los medios por los cuales se pueden acumular fondos de reproducción de manera solidaria y equitativa, siendo estos el resultado de su producción, como también siendo esta contraprestación el resultado de una asignación universal que garantice los ingresos mínimos para vivir y que a la vez aporte un valor agregado que cambie la realidad de estas personas y las de su entorno social y comunitario.
Hay que entender que la economía popular se desarrolla dentro del sistema capitalista, que aún continúa rigiendo las lógicas donde toman cuerpo todas las etapas que contiene lo que la caracteriza, que lejos está de ser un sistema económico completamente alternativo, pero que puede ser las bases de lo que pueda transformar la manera en la que funciona este sistema [3].
La economía popular necesita ser parte de un proyecto contra-hegemónico nacional y popular, que desde la economía social y solidaria pueda modificar el esquema en el que se desarrolla el sistema económico actual y realice las modificaciones necesarias a las políticas sociales, incorporando y afianzando el apoyo a polos productivos y generando un flujo que permita su sustentabilidad y potencie su crecimiento.
Es importante tanto un proyecto político que pueda empujar un proyecto de país que incluya un cambio en la manera de generar trabajo y trabajar, como así también, alimentar el deseo de animarse a soñar y de combatir contra lo imposible que es la bandera del status quo, y recuperar esa utopía que sigue sirviendo para transitar ese camino y que la realidad a veces golpea y conforma.
1. Ruggeri, Andrés(2017). Los distintos caminos de la Economía de los Trabajadores,
2. Cabrera, María, Marcela Vío (2014). La trama social de la Economía Popular.
3. Coraggio, José Luis (2015). Economía social y economía popular en América Latina.