POR LAS PIBAS DE MALVINAS

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Es viernes 22 de marzo y del otro lado de la pantalla se acomoda Stella Morales, enfermera veterana de guerra de Malvinas. Este 2 de abril se cumplen 42 años desde que empezó el conflicto y me preparo para escucharla, después de 30 años en silencio, por aproximadamente 2 horas. 

Stella nació en Villa María, Córdoba. Cuando terminó la secundaria se anotó en la Facultad de Bellas Artes, pero por un problema de salud de su mamá suspendió los estudios y, tras meses de acompañarla, decidió estudiar enfermería. Ya recibida, se inscribió en un programa de la Fuerza Aérea que convocaba a enfermeras profesionales para hacer el curso de instrucción militar. A Stella le gusta mucho el arte, pero pasó 4 meses practicando defensa personal, tiro y cuerpo a tierra. 

Trabajó un tiempo como enfermera militar en el área de terapia intensiva del Hospital Aeronáutico de Pompeya y a sus 27 años la convocaron para ir al Hospital Reubicable que se estableció en Comodoro Rivadavia.

Fotos gentileza de Alicia Reynoso
Fotos gentileza Alicia Reynoso

Se acuerda muy bien de cómo ella y sus cinco compañeras viajaron en el mismo avión que los soldados, recuerda que todos eran más jóvenes y que iban apretados y exultantes por defender esas Islas. Ya en Comodoro Rivadavia, trabajaron a la par de los médicos y el día del bautismo de fuego llegaron los primeros heridos. Los soldados argentinos estaban desnutridos y desesperados por curarse y volver a pelear. Por saber sobre sus compañeros, por hablar con una voz que contenga y tranquilice. 

Stella cuenta que su rol, y el de sus compañeras, además de curar, era contener. Que los días en el hospital se transitaban abriendo cartas de familiares que llegaban y ratificando que el orgullo alcance. Fue una de las primeras enfermeras en hacer el recambio durante la guerra, pero no recuerda cómo volvió a Buenos Aires ni en qué.

Solo se acuerda de un micro a Villa María y de la necesidad que tenía de ver y abrazar a su mamá, de que esté todo bien. No habló de nada por mucho tiempo y hoy habla de mucho por todo el tiempo que pasó.
Volvió a trabajar en la terapia del Hospital de Pompeya tras 3 días de licencia. Tres.

No se le permitió contar nada de lo que había vivido, visto o escuchado, durante más de treinta años se mantuvo callada. A fines de 1983 pidió la baja de la Fuerza Aérea. Recién en 2021, y junto a su compañera Alicia Reynoso, fue reconocida como veterana de guerra tras un juicio al Estado.

Hasta el día de hoy pelea para que cada enfermera reciba la pensión honorífica por veterana de guerra. Tiene su estudio en Buenos Aires, un diploma que le pone nombre a los recuerdos que le erizan la piel y una pedagogía arrasadora que cautiva como jugando a justificar la demanda de la patria.

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Trinidad Cirigliano

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